Entornos laborales saludables: el desafío del trabajo

Concienciación. Empresas y empleados deben procurar detectar y gestionar situaciones que puedan afectar el bienestar y la calidad de vida. Los agentes de riesgo pueden estar en todo tipo de tareas, no sólo en las fabriles.

El domingo se conmemorará en todo el mundo la lucha por los derechos de los trabajadores. Pero no siempre entre las reivindicaciones de las que se tiene conciencia está el de contar con un entorno laboral saludable, que conviene tanto a empleados como a empleadores porque es garantía de una productividad sustentable.

Ya hace seis años que la Organización Mundial de la Salud publicó el documento Entornos laborales saludables: Fundamentos y Modelo de la OMS y, sin embargo, queda mucho por hacer en materia de difusión de todas las variables que se pueden modificar para evitar daños transitorios o permanentes en el organismo humano.

Riesgos

Ya desde el diseño de procesos e infraestructura destinada al trabajo se deben tener en cuenta los riesgos habituales, que se clasifican en químicos, físicos, biológicos y ergonómicos. Todos ellos están contemplados –aunque a veces con lagunas– en la regulación laboral, pero no siempre hay un control exhaustivo de su cumplimiento, así como no en todos los casos el propio trabajador es consciente del impacto de algún tipo de exposición intensiva a un estímulo que impacta en su organismo.

Expertos coinciden en que un trabajo saludable y seguro es un lugar en el que pueden anticiparse los peligros y los riesgos. La norma que rige las condiciones que deben cumplir los ambientes laborales es la ley 19.587, de 1972, que a su vez sufrió más de 40 modificaciones o vinculaciones con textos complementarios. Incluye, por ejemplo, el protocolo para la medición del nivel de ruido en el ambiente laboral.

Salud auditiva

“Tenemos conciencia de la contaminación ambiental, pero no de la contaminación sonora”, ilustra Mario Emilio Zernotti, profesor Titular de la Cátedra de 
Clínica Otorrinolaringológica de la Universidad Católica de Córdoba, jefe de Servicio de Otorrinolaringología del Sanatorio Allende.

“Hoy por hoy, el empleado fabril es el más protegido, porque a una fábrica le sale mucho más barato hacer un control anual, como dice la ley, que pagar una indemnización por daño auditivo”, reflexiona. Sin embargo, diferente es el caso de un trabajador independiente que se desempeña, por caso, como disc jockey en un boliche, en un entorno rodeado de parlantes, o un odontólogo que atiende en un consultorio particular y escucha el sonido del torno varias horas por día.

Decibeles

En el riesgo de afectación de la salud auditiva hay dos variables en juego: la intensidad del sonido y el tiempo de exposición. “La OMS dice que se necesitan ocho horas a 90 decibeles para lesionar alguna célula, pero si aumenta cinco decibeles, el riesgo se acorta a exactamente la mitad del tiempo”, señala. “A 100 decibeles, el tiempo de exposición de riesgo es de dos horas; a105 Db, una hora y a 110, media hora. Es decir, a medida que aumentan los decibeles, se tolera menos tiempo. Entonces, ante un sonido de 120 decibeles, en siete minutos se puede producir un daño”, alertó.

Ante la intensidad de un estímulo físico, en algunos casos hay medios para aminorar el impacto. Zernotti señaló que cuando el sonido supera los 90 decibeles, el trabajador debe utilizar protección auditiva. Hay de dos tipos: de inserción (tapones que se insertan dentro del oído), que pueden reducir entre 20 y 25 decibeles la exposición y los denominados “protectores auditivos de copa”. Ejemplo de estos últimos son las denominadas “sordinas” o “auriculares”, que quitan entre 30 y 35 decibeles.

Sin embargo, hay situaciones en las que el trabajador no las utiliza porque le resultan incómodas y desconoce el daño que puede sufrir por ello.

Por otro lado, el ruido puede elevar los niveles de estrés, porque el organismo lo toma como una amenaza y reacciona en forma defensiva.

Salud respiratoria

Algo similar puede suceder con personas que están en contacto con agentes de riesgo para la salud respiratoria. “Las enfermedades respiratorias son generalmente relacionadas con las condiciones medioambientales, los cambios climáticos y las diferentes estaciones, pero un aspecto menos considerado es la exposición laboral”, destaca Raquel Pendito, presidente de la Sociedad de Neumonología de Córdoba y a cargo del área de Salud Ocupacional Respiratoria en la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria. “Los agentes de riesgos laborales y contaminantes (humos, vapores, productos químicos, polvos, minerales, etcétera) pueden afectar las vías respiratorias y tejido pulmonar de los trabajadores y causar daños irreparables cuando no se cumplen las medidas de control de nivel de exposición, con medición de esos contaminantes y o medidas de protección respiratoria adecuadas”, añade.

Un ejemplo de agente de riesgo de la salud respiratoria es el polvo de sílice, que puede afectar a personal de la industria de minería y construcción, a quienes realizan tareas de perforistas en túneles y canteras, cortado y colocación de mármol y silestone, fundición, industria cerámica, enarenadores, y pulidores, entre otros.

Tanto estos trabajadores, como los expuestos a otros agentes de riesgo, deben realizarse estudios periódicos específicos, como radiografía de tórax y espirometría, que permiten un diagnóstico temprano.

Salud mental

También hay patologías laborales relacionadas con la salud mental del trabajador. Adriana Guraieb, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y de la Asociación Psicoanalítica Internacional identifica dos de ellas: el llamado “ bore out ” y el más conocido “ burn out ”.

El primero “se trata de un profundo estado de aburrimiento mientras se realiza el trabajo y daña tanto como el estrés”, dice Guraieb.

“Las consecuencias son similares (depresión y descenso de la autoestima), pero la persona no se encuentra superexigida sino, por el contrario, su trabajo es monótono y rutinario”, añade. En el caso del burn out , la persona se siente “quemada”. “La tarea es tan exigente, tan vasta, que paraliza al trabajador, lo desgasta, lo altera y hace que viva con el temor que el tiempo no le alcance para terminarla”, afirma 
Guraieb.

Alimentación

Más allá de que la empresa tenga o no una oferta gastronómica incorporada (ver página 8), hay prácticas que el empleado puede incorporar cuando come en el establecimiento laboral, indica Lucía Ordoñez, licenciada en Nutrición, miembro de la empresa Dimaría Catering Institucional y del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Córdoba.

En caso de hacer tareas de oficina o que impliquen estar sentado, es importante evitar que la persona coma en el escritorio. Por un lado, porque no puede substraerse de la actividad laboral. Lo ideal es poder tomar un mínimo de entre 20 y 30 minutos y comer en un ámbito separado, para que sea un paréntesis en la jornada laboral y permita conectarse de una manera más consciente con el alimento.

Si la jornada laboral es a la mañana, lo mejor es salir del domicilio ya habiendo desayunado. Hacerlo en familia facilita mantener el hábito.

Pasar más de tres a cuatro horas sin comer no es recomendable, porque la siguiente comida será copiosa y la persona además no discriminará entre las opciones más y menos saludables. Es por ello que se recomienda abastecerse de una fruta que haya sido higienizada previamente. “Lo ideal es ya llevarla lavada, guardada en un tupper o en una bolsa con cierre hermético”, dice.

A la noche, lo más recomendable es que pase un lapso de entre una hora y media y dos horas antes de acostarse, lo cual favorecerá la calidad del sueño.

Estereotipos

Muchas veces sólo se asocia a las patologías laborales con trabajos rutinarios, poco demandantes de creatividad y sí de esfuerzo físico, como el fabril o el de la construcción. Sin embargo, hay profesionales artísticas que implican un uso intensivo de alguna parte del cuerpo o una elevada exposición a sonidos de altos decibeles que son ejemplos de que el riesgo puede estar en cualquier ocupación.

Ejemplos de ello son los casos de los cantantes Luis Miguel y Brian Johnson. El primero suspendió recitales que tenía programado a fin del año pasado, así como en marzo y abril. Trascendió que sufre de una alteración en la percepción que se caracteriza por la presencia de tinnitus, es decir escuchar un sonido (generalmente zumbido) que no proviene de una fuente externa y que dificulta o impide detectar otros.En tanto, el cantante británico vocalista de ACDC informó en el último mes a través de un comunicado de prensa que dejaba el grupo. En marzo, tras análisis médicos, especialistas le recomendaron a Johnson que dejara los escenarios porque, de lo contrario, se arriesgaba a “la sordera total”.

“Estaba teniendo dificultades para escuchar las guitarras sobre el escenario y, dado que no era capaz de oír a los otros músicos claramente, temí que la calidad de mi actuación pudiera estar comprometida”, reconoció Johnson. “Mis doctores me han dicho que puedo continuar grabando en el estudio y esa es mi intención”, declaró y reconoció que además esta situación le produjo un gran impacto emocional. “Estoy personalmente destrozado por esto más de lo que nadie pudiera imaginar. La experiencia emocional que siento ahora es peor que cualquier cosa que haya sentido en mi vida antes”, describió.

“Ser parte de AC/DC, grabar discos y actuar para millones de fieles seguidores en los últimos 36 años ha sido el trabajo de mi vida”.

FUENTE: http://www.lavoz.com.ar/salud/entornos-laborales-saludables-el-desafio-del-trabajo

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